Nadie con el don de las primeras veces como Jude Bellingham. Con todas las primeras veces. El clásico, por ejemplo, donde se habían registrado pocos estrenos de un madridista tan determinantes como el suyo, con un doblete para rescatar a un equipo que boqueaba. Y con un registro nuevo para la ocasión. Aún no había marcado con el Madrid desde fuera del área. “Un gol estupendo”, dijo del empate Carlo Ancelotti, que ha venido maniobrando desde la llegada del inglés para acercarlo a la portería. “La idea es intentar meter a los jugadores en la posición más cómoda posible. Su mejor calidad es la llegada al área. Cuanto más cerca del área está, mejor”.
1
Ter Stegen, Íñigo Martínez, A. Christensen, Ronald Araújo, Gavi, Cancelo (Lamine Yamal, min. 76), Alex Balde, Gündogan, Fermín López, Ferrán Torres (Lewandowski, min. 61) y João Félix (Raphinha, min. 76)
2
Arrizabalaga, Alaba, Dani Carvajal, Rüdiger, Ferland Mendy (Camavinga, min. 51), Aurelien Tchouameni, Federico Valverde, Jude Bellingham, Kroos (Modric, min. 63), Vinicius Junior (Lucas Vázquez, min. 95) y Rodrygo (Joselu, min. 63)
Goles 1-0 min. 6: Gündogan. 1-1 min. 68: Jude Bellingham. 1-2 min. 91: Jude Bellingham.
Árbitro Jesús Gil Manzano
Tarjetas amarillas Fermín López (min. 17), Ferrán Torres (min. 46) y Dani Carvajal (min. 60)
El punto lejano desde el que llegó su primer gol contaba buena parte de la historia del partido hasta entonces. A Bellingham no le resultaba sencillo aproximarse a esa zona de peligro en la que le gusta verle a Ancelotti. El Barça planteó un duelo crudo, de rascar en cada cruce. Sorprendió incluso a Toni Kroos cuando recibió de espaldas en la frontal de su área y se vio en el suelo ante el entusiasmo de Gavi, que le atropelló por detrás. El susto terminó con un tiro de Fermín al palo. Sonaba todo más a metal que al rock & roll que se había anunciado con el envoltorio de los Rolling Stones, con Mick Jagger y Ron Woods en el palco.
Gavi, “el alma del equipo”, según Xavi, perseguía sobre todo a Bellingham, que recibía habitualmente de espaldas, a menudo en su propio campo, siempre con alguien advirtiéndole de su vigilancia desde atrás: toquecito, empujoncito, carga más o menos intensa. El inglés pasó buena parte de sus primeros 45 minutos de un clásico oficial incorporándose después de verse en la hierba. Aunque no fue el más exigido.
Vinicius vivió otra tarde de desespero, ya desde el recitado de las alineaciones. Sigue siendo el favorito de la afición azulgrana. Solo el árbitro, Gil Manzano, compitió con el brasileño en la intensidad de la pitada. Con el partido en marcha, ya no le quedó rival, desde la primera pelota. Silbidos solo para él, en parte irritación preventiva, en parte señal del terror que genera. Un regate que se le enredó lo celebró la grada casi como un gol: el alivio de la amenaza que se desvanece.
El brasileño se iba alejando del partido, y los azulgrana le empujaban en esa dirección. En uno de sus encuentros con Araújo, el arma ya no tan secreta de Xavi cuando se enfrentan a Vinicius, el atacante acabó fuera del campo. Era sencillo ver en él la desesperación creciente. Xavi se le acercó y le palmeó la cara a dos manos, y después quitó hierro a la escena: “A Vinicius le tengo mucho respeto. Le he dicho que no era falta, y le he tocado, así, de cariño. No soy yo quien va a generar tensión y malos rollos”.
Atizó algo más la lumbre el brasileño cuando Ancelotti lo sustituyó ya en el tiempo añadido, con 1-2 en el marcador. Se entretuvo en aplaudir a la zona de butacas donde se ubicaban los madridistas, y a agitar los brazos, como Toni Kroos cuando dejó el campo en la final de la Champions de Cardiff contra la Juventus en 2017, ya con 4-1 y después de una exhibición apabullante. Ancelotti le agarró del brazo para llevarlo al banquillo. Al acabar, LaLiga anunció que había detectado en las imágenes el ataque racista de un aficionado, y que lo buscaba con los Mossos y el Barça para denunciarlo.
El Madrid había estado muy lejos de aquello, con un primer tiempo en el que no tiró ni una vez a portería, algo que, según los registros de Opta, no le sucedía contra el Barcelona desde abril de 2010 en el Bernabéu (0-2). “Una primera parte para olvidar. Hemos sido un equipo flojo, lento, poco agresivo”, resumió Ancelotti. En el descanso, retó a sus futbolistas: “Se puede perder, pero si queremos ganar debe ser de manera distinta, siendo más agresivos en los duelos, con más energía. Y creo que estaban de acuerdo en lo que les he dicho”, dijo medio bromeando, después de explicar que la mejor intensidad del segundo acto les había llevado a la victoria.
A Bellingham parece que no le afectan vaivenes, ni altibajos, ni presiones. Siguió a lo suyo, pugna a pugna, hasta que encontró espacio en la frontal y superó a Ter Stegen en el que solo era el tercer tiro a puerta del Madrid. El gol cambió el tono del encuentro. El siguiente que anotó ya se pareció más a lo de antes. “Un rebote que no controla Modric y le cae a Bellingham”, describió Xavi. Parece algo sencillo, o casual, pero el inglés lleva haciéndolo desde que llegó al Madrid. Ese lance casual es para Ancelotti su movimiento más dañino. “Creo que puede llegar tranquilamente a 20 o 25 goles”, dijo el italiano. Lleva 10 en la Liga, de la que es pichichi, y tres en la Champions.
Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y X, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.
Suscríbete para seguir leyendo
Lee sin límites
_