Marc Márquez vuelve a ser competitivo y sonríe en su primer día con una Ducati | Motociclismo | Deportes

El piloto Marc Márquez, ya expiloto de Honda, se sube por primera vez a la Ducati en el Ricardo Tormo de Cheste (Valencia).Danny Vela (EFE)

Hacía frío y viento en el circuito Ricardo Tormo, pero el paddock se levantó temprano con ganas de presenciar un momento histórico para el campeonato. Hasta había cola de aficionados, lo nunca visto en un test de invierno. Este martes debutaba Marc Márquez con la Ducati satélite del Team Gresini, la moto con la que pretende reencontrarse con las victorias después de dos temporadas en blanco. No fue fácil abandonar Honda y su familia en los circuitos los últimos 11 años, con quienes ganó seis títulos mundiales. “Nunca he hecho algo así”, reconocía el domingo. “Es un cambio arriesgado y tuve que meditarlo mucho. De hecho, sigo teniendo dudas”, decía.

Esas dudas, probablemente, se desvanecieron este martes a las 11.14 horas en Cheste, cuando se subió por fin a su nueva máquina, la obra maestra de Gigi Dall’Igna que ha arrasado este año a manos de Jorge Martín y Pecco Bagnaia. Su primera tanda con la moto italiana que marca el paso en MotoGP fue de ocho vueltas, y en la última Márquez se colocaba ya tercero en ritmos parecidos a las mejores Ducati durante la última carrera del año. Cuando volvió al garaje, todo caras nuevas a excepción de Javi Ortiz, uno de los mecánicos raros, y José Luis Martínez, el asistente del piloto, se sentó tranquilamente, se quitó el casco y no necesitó decir nada para transmitir sus sentimientos. Miró a su técnico Frankie Carchedi, campeón del mundo con Joan Mir en 2020, y sonrío de oreja a oreja. Era la misma cara de pillo que ponía en sus mejores días, la misma chispa en los ojos.

Toda la parrilla estaba atenta, y todos se preguntaban qué podía hacer Márquez. La respuesta la tuvieron pronto, aunque pocos tenían dudas. “Será rápido de inmediato. No creo que tarde mucho en conseguir adaptarse a la moto, y está claro que su nivel no tiene punto de comparación con nadie”, valoraba uno de los técnicos más experimentados del campeonato, que le sufrió en sus propias carnes durante sus diez años de experiencia con Ducati. Carchedi reconoció que le costó dormir anoche, las expectativas por las nubes. “Bienvenido a la familia”, le escribieron sus nuevos mecánicos en la pizarra para recibirle tras su primera vuelta completa con la Desmosedici. A la pausa para la comida, tras rodar 21 vueltas, se colocó segundo en la tabla de tiempos liderada por la Aprilia de Maverick Viñales, ya como la mejor Ducati de la jornada.

Antes de verle por primera vez a lomos de su criatura, Dall’Igna también valoró la llegada del ocho veces campeón del mundo. “Tengo mucha curiosidad por ver qué me dirá cuando se baje de la moto, porque seguramente es uno de los pilotos más importantes de la historia del motociclismo y, por tanto, es un honor que él quiera correr con nuestra moto”, dijo el gurú de la fábrica de Bolonia. El máximo responsable del proyecto reconfirmó que Ducati no quería contar con el catalán entre su menú de pilotos, pero la decisión era exclusiva e independiente, la apuesta de uno de sus clientes, el equipo Gresini que hoy lidera la viuda del expiloto, Nadia Padovani: “Ducati no quería a Márquez. Es un piloto ingobernable, y deberemos de ser capaces de gestionar nosotros la relación con él dentro del equipo y de todas las personas que trabajamos en Ducati, porque creo que uno de nuestros puntos fuertes es la buena armonía que reina entre todos nosotros”.

La moto que usó Marc este martes era la misma con la que Johann Zarco terminó el campeonato este domingo en Valencia. No contaba con las últimas evoluciones que sí usaron Martín, Bagnaia y Bastianini, los pilotos con contrato de fábrica. En esta primera toma de contacto, la presencia de su hermano Álex Márquez al otro lado del garaje fue un alivio entre el océano de desconocidos, también un buen punto de partida para recabar consejos de pilotaje. Desde primera hora, cuando llegó a sus nuevos camiones color púrpura, el piloto de 30 años se mostró suelto y sonriente. A las 10.20 se metió en el garaje, y una hora después ya estaba escribiendo el primer capítulo de su nueva etapa. Fuera, algunos de los responsables del equipo Gresini se reían a carcajadas. Todo el mundo buscaba el mejor sitio para presenciar la primera salida del fenómeno de Cervera. Nunca habían visto a tantas miradas atentas a su garaje.

Pecco Bagnaia, el campeón del mundo, estaba justo al lado. Cuando salió a pista ni una sola cámara le apuntaba. También debutaba Pedro Acosta, y numerosos pilotos cambiaban marca y colores. Luca Marini, hermano de Valentino Rossi, debutaba por ejemplo con Honda y la antigua moto de Márquez. Aunque todo quedó en segundo plano. La llegada de Marc Márquez a Ducati puede volver a cambiar el paradigma.

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