Para los viejos que vuelven a su pueblo en el páramo castellano después de tiempo lejos, la niebla que le cubre en navidades, y no se ve ni escupir, es una excusa para sentirse niños perdidos en mitad del monte y las orejas heladas, y para Mario García Romo, que no es viejo para nada (cumplió 24 años en junio) y descendió a Villar de Gallimazo (en la Moraña salmantina) hace unos días desde su base atlética en Boulder (Colorado), es eso, la sensación de estar en casa, y también una compañera que le envuelve húmeda y heladora en sus salidas a correr por el campo, más que romántica hiriente. “Sí, sí, esta niebla devuelve la sensación de estar en el pueblo, pero son ya tres días sin subir de uno bajo cero, y ya vale, ya echas de menos el sol”, dice el atleta, plusmarquista español de la milla (3m 47,69s). “El día de Nochebuena hice una sesión de 15 millas [unos 25 kilómetros] y cinco millas y gimnasio en Navidad y el 26. No se descansa ningún día”.
Ha vuelto en navidades a España García Romo para ver a su familia y para seguir corriendo, su profesión, y este domingo, día de San Silvestre, el último del año, correrá la San Silvestre de Vallecas, la más importante del mundo. El salmantino, cuarto en los 1.500m del Mundial de Oregón 2022 y sexto en el de Budapest el pasado verano, será una de las figuras españolas junto al murciano de Mula Mo Katir, medallista de plata en los 5.000m de Budapest, y el maratoniano gallego de Ames Tariku Novales, quien el batir el récord nacional (2h 5m 48s) en Valencia hace un mes (2h 5m se convirtió en el primer español que bajaba de 2h 6m en la distancia de los 42,195 kilómetros. Frente a ellos, el favorito, el atleta etíope Berihu Aregawi, habitual rival de Katir en las pistas de los estadios, que en la Cursa dels Nassos (la San Silvestre de Barcelona) batió hace dos años la plusmarca mundial de 5K, cinco kilómetros en asfalto (12m 49s).
La meta de París 2024
Cuando a García Romo (y a todos los demás, el público feliz no distingue) le bañen de espuma de afeitar en el estadio del Rayo faltarán 215 días para que, el 2 de agosto de 2024, se dispute en el Stade de France, ya entonces Estadio Olímpico, la primera serie de los 1.500m de los Juegos de París. El día D, la hora H. “Pero no la única fecha decisiva”, dice, por teléfono, el atleta profesional del OAC (On Athletic Club). “No, no. Hay más de un objetivo, sí. Los Juegos es lo más importante, lógicamente. Al final vienen cada cuatro años, ¿no? Y es el evento deportivo más grande del mundo. Pero también hay un Europeo de pista libre, en junio, y un Mundial de pista cubierta, en marzo. Así que esos dos campeonatos van a ser clave también. Y creo que son objetivos también muy importantes para mí este año. Así que voy a intentar conseguir los tres”.
El entrenamiento, sea en la niebla del campo castellano y los encinares, sea al sol engañoso y helado de Colorado, las pistas de esquí de los millonarios en las Rocosas, alegra a los atletas, las endorfinas les hablan al oído, les dicen que son soberbios, les hace sentirse pletóricos, y si el entrenamiento es bueno, además les genera un optimismo imparable, a la altura de su ambición por lo menos. “Y a mí me ha ido muy bien por ahora. Ha sido el otoño con más carga que he hecho nunca. Nunca. Aparte, yo creo que entrenar en verano con un volumen más alto también ayuda mucho a este otoño. Sobre todo a ser capaz de manejar distancias más largas y entrenamientos un poco más fuertes. Y la verdad es que creo que comparado con el año pasado he dado un paso bastante grande en ese aspecto”, dice García Romo, que debutará (si se clasifica vía mínima o ranking) en unos Juegos Olímpicos, a los que llegará después de rozar las medallas en dos Mundiales y un bronce en los pasados Europeos de Múnich 2022. Siempre delante, el casi intocable Jakob Ingebrigtsen y Katir.. “Lo que me diferencia un poco de otros atletas de 1.500m como Katir o Jakob es la resistencia. Ellos son también corredores de 5.000 muy buenos, y yo, quieras que no, no he sido capaz de reflejar en el 5.000 el nivel que tengo en el 1.000. Este año espero que sí. Y también intentaré mejorar incluso en el 800. Es otro objetivo”.
Como Pep Guardiola con sus luchadores del Manchester City, García Romo se motivaba y concienciaba antes de las competiciones con la música y la acción de Gladiator, pero ya no tanto. “Lo de Gladiator yo creo que lo conoce todo el mundo ya, porque es una de mis películas favoritas. Sí, sigo viendo Gladiator, pero no lo veo antes de todas las competiciones, pero es una película que me gusta mucho”, dice. “Pero sobre todo intento leer, intento leer a gente que me inspire mucho y en la que encuentre motivación. Pero yo creo que también hay que encontrar un poco la motivación en uno mismo. Y también estoy centrado en eso, en encontrar mi razón para correr y mi razón para seguir mejorando”.
Más que hombre de películas o de redes, García Romo es hombre de libros, lector que busca respuestas a la vida en lo que lee, y aunque, ahora que en el grupo de Colorado que entrena Dathan Ritzenhein cuenta con una entrenadora, Kelsey Quinn, con una visión más científica y una aguja para controlar el entrenamiento por milimoles de lactatos en la cinta, quizás estos días encuentre más razones para ser atleta sumergiéndose al terminar sus rodajes en la lectura de la Soledad del corredor de fondo, el cross country como lucha de clases y acto de afirmación de la rebeldía ante el mundo.
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