Albert Luque, director deportivo de la selección masculina de fútbol, ha echado balones fuera en el caso Rubiales. El alto cargo de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) ha declarado este martes como imputado en la investigación abierta en la Audiencia Nacional. Según confirman varias fuentes jurídicas, Luque ha negado que maniobrara para coaccionar a la jugadora Jennifer Hermoso para que saliera a defender en público la actuación del entonces presidente Luis Rubiales, que le dio un beso en la boca tras la victoria en el Mundial femenino. Luque ha reconocido que intentó hablar con la deportista en plena polémica; pero, según ha matizado ante el juez, solo buscaba darle la enhorabuena por el éxito en el campeonato y saber cómo se encontraba.
El directivo, que ha declarado por videoconferencia desde un juzgado de Terrassa (Barcelona), solo ha respondido a las preguntas de su abogado y se ha acogido a su derecho a no contestar al resto de partes, incluida la Fiscalía. Durante su interrogatorio, que apenas ha durado media hora, Luque —hombre muy próximo a Rubiales— ha puesto sobre la mesa su línea de defensa en esta causa: de existir coacciones a Hermoso, él no participó. A Luque y a Rubén Rivera, responsable de marketing, se los sitúa en un viaje a Ibiza, donde las futbolistas celebraron el título después de ganar en Sídney, con el supuesto objetivo de presionar a la deportista.
En este sentido, según han explicado fuentes jurídicas, Luque ha admitido que se encontraba en Ibiza en ese momento, pero que no fue expresamente para contactar con Hermoso, sino que coincidió que estaba allí de vacaciones. Ha añadido que simplemente quería conversar con la jugadora porque eran amigos, pero que no pudo hablar con ella y que, finalmente, habló solo con una amiga de la delantera del Pachuca mexicano.
Según publicó El Mundo, Luque envió mensajes de móvil a la amiga de Hermoso que rezaban así: “Me parece tan injusto, tan injusto, lo que se le está haciendo a Luis. Me parece de tanta bajeza humana la actitud de Jenni… Tan poca empatía y humanidad… Un simple gesto: quitarle a una persona [el] marrón más grande de su vida. Sabiendo ella que hay mala fe cero, subiéndose al carro de matarlo… Tan injusto […] ¿No recibir al director deportivo de la RFEF y amigo dos minutos? Solo le deseo en la vida, que le devuelva lo que le está haciendo pagar a una persona injustamente”.
El juez Francisco de Jorge, instructor de la Audiencia Nacional, abrió estas pesquisas a principios de septiembre, tras recibir una querella de la Fiscalía. El magistrado investiga un delito de agresión sexual por el beso de Rubiales; y otro de coacciones, por las supuestas presiones desplegadas en las horas y jornadas posteriores contra la deportista y su entorno para que respaldase en público la versión del exdirectivo, acorralado tras estallar el escándalo. Hermoso relató esas presuntas maniobras durante su declaración en la Fiscalía General del Estado. Una versión que cinco testigos respaldaron después ante el juez: un hermano y una amiga de la delantera, y tres de sus compañeras de selección (Alexia Putellas, Irene Paredes y Misa Rodríguez).
La ronda de interrogatorios aún no ha concluido. Ya han declarado las cuatro personas imputadas hasta ahora: Rubiales, Rivera, Luque y Jorge Vilda, exseleccionador del equipo femenino —todos negaron los delitos que se les atribuyen—. Pero aún quedan testigos por delante. Entre otros, el magistrado quiere escuchar la versión de Luis de la Fuente, entrenador de la selección masculina de fútbol; del destituido director de comunicación de la RFEF, Pablo García-Cuervo, y de su segundo, Enrique Yunta; del psicólogo de la selección femenina, Javier López Vallejo; del que fuera director de gabinete de Rubiales, José María Timón, y del responsable de compliance [buenas prácticas] de la federación, Javier Pujol. De Jorge también ha citado a la futbolista Laia Codina y al presidente del Comité Nacional del Fútbol Femenino, Rafael del Amo.
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