
Pedro Sánchez decidió jugárselo todo a renunciar o doblar. El lunes 29 de mayo, al día siguiente de los desastrosos resultados de las elecciones municipales y autonómicas, en las que el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) fue barrido en muchas asambleas locales por el Partido Popular (PP, derecha), anunció el presidente del Gobierno español la disolución del Parlamento y la celebración de elecciones legislativas anticipadas. Tendrán lugar el 23 de julio, durante la Presidencia española del Consejo de la Unión Europea.
“Aunque las elecciones tienen un alcance municipal y autonómico, el sentido del voto lleva un mensaje que va más allá, y como presidente del Gobierno y secretario general del Partido Socialista, asumo personalmente los resultados”declaró, el lunes por la mañana, durante un brevísimo discurso que tomó por sorpresa a toda España.
El líder socialista se implicó especialmente en la campaña, hasta el punto de convertirla en una especie de plebiscito a favor o en contra de su gestión, y en la primera vuelta antes de las elecciones legislativas previstas para diciembre. El mensaje en las urnas fue claro: el Partido Popular absorbió casi todos los votos del partido liberal Ciudadanos, que desapareció, y recuperó gran parte del centro político. Con el 31% (+8,88 puntos) de los votos, obtuvo casi 2 millones de votos respecto a 2019, e instantáneamente 800.000 más que el PSOE.
Con el 28% de los votos (−1,27 puntos), el PSOE pierde 400.000 votantes… suficiente para ceder bastiones importantes, como Extremadura y Aragón, además de la Comunidad Valenciana, Baleares y Rioja, y once de los veinticinco dos capitales de provincia que gobierna. Símbolo de este revés, el PP se hizo con el control de siete de las ocho capitales de provincia de Andalucía, región que fue durante mucho tiempo el principal granero de los socialistas, y recuperó Valencia.
Decadencia de los partidos de izquierda de izquierda
El PSOE no consiguió recuperar los votos de los decepcionados Podemos, por numerosos que fueran. El partido de izquierda radical, con el que gobierna en coalición el PSOE, obtuvo de hecho sólo el 3,2% de los votos y perdió toda representación en los parlamentos autonómicos de Madrid y Valencia, viendo reducida por doquier su representación a la piel del despecho. En la comunidad autónoma de Valencia y Baleares, es además el declive de los partidos de izquierda de izquierda, más que la puntuación del Partido Socialista, lo que impide que las alianzas se renueven en el poder.
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